El sarro
Si la placa bacteriana no es eliminada a tiempo, existe la posibilidad de que se forme sarro en los dientes, un depósito duro de color amarillento, compuesto por microorganismos, saliva y restos de alimentos, de difícil eliminación si no la trata un profesional. El sarro facilita a la placa una superficie aún más extensa en la que crecer y fijarse, lo cual puede derivar en otras patologías como la caries o problemas de encías. Además, debido a su porosidad, el sarro atrae las manchas con facilidad, por lo que si el paciente consume café o té, o fuma cobra especial importancia que evite su formación.
Clasificación del sarro
Según su localización, se diferencian dos tipos: supragingival, si se encuentra por encima de la línea de las encías, de forma que se ve afectada sobre todo la estética del paciente; y subgingival, si se sitúa por debajo de esta línea y se forma en las bolsas periodontales entre diente y encía. Ambos favorecen la proliferación de bacterias que atacan a la cavidad bucal, siendo, además, una de las principales causas de la gingivitis (inflamación de las encías que provoca dolor y sangrado).
Causas de la formación del sarro
Entre las principales causas que determinan la aparición de sarro se encuentran fundamentalmente llevar una higiene bucal deficiente y no utilizar el hilo dental con el fin de eliminar los restos de comida que se incrustan entre los dientes. El consumo de alcohol y bebidas con gas o la administración de determinados medicamentos son otros factores que pueden favorecer que surja el sarro. Es importante, por tanto, visitar al odontólogo para que identifique la razón fundamental por la que se ha acumulado el sarro y adecue el tratamiento que mejor convenga al paciente.
Prevención del sarro
El paso fundamental para prevenir la formación del sarro es seguir una higiene bucal completa, basada en un cepillado con movimientos circulares y una presión moderada después de cada comida, la utilización de una pasta dentífrica adecuada y el uso de hilo dental. Además, se recomienda acudir de forma periódica al dentista para que realice una limpieza profesional y elimine aquellos restos de placa y sarro presentes en la boca.
La alimentación juega también un papel fundamental en la formación del sarro. Así, el zumo de frutas ácidas ayuda a eliminar los restos de comida y blanquear los dientes, aunque se deben tomar con moderación para evitar daños en el esmalte. Las frutas y verduras crudas, especialmente manzanas, espinacas, acelgas, lechuga y la rúcula, son grandes aliados para la prevenir la aparición de sarro. Por el contrario, se debe moderar el consumo de café, bebidas carbonatadas y alcohólicas, alimentos azucarados o refinados y tabaco.
Tratamiento del sarro
Si el sarro ya se ha depositado en los dientes, únicamente el odontólogo puede eliminarlo mediante un proceso denominado «raspado radicular». Este procedimiento consiste en retirar el sarro depositado sobre los dientes mediante material específico para tal fin. Sin embargo, remover el acumulado en la parte de debajo de la encía es una tarea más difícil e, incluso, en algunos casos, puede requerir el empleo de una técnica llamada curetaje dental, que consiste en el rascado de las superficies de las raíces de los dientes realizado con un instrumento llamado cureta.